Un Primer Ministro para Díaz-Canel

En el mundo existen por lo general dos tipos de Primeros Ministros (PM): los fuertes, aquellos que asumen la jefatura de un Gobierno donde el Jefe de Estado tiene un rol casi simbólico. Ejemplo de ello tenemos a las monarquías europeas: España, Reino Unido, Suecia, etc. y a repúblicas como Italia, Grecia, Alemania Finlandia, la India, etc. Por otro lado, tenemos a los PM débiles, aquello que asumen la jefatura del Gobierno como mano derecha de un jefe de Estado fuerte. Ejemplos de estos: Francia, Rusia, Egipto, Namibia, etc. Entre cada uno de estos varían las competencias que poseen a partir de los poderes que les otorgan las constituciones, pero en general esta división suele corresponder con las clasificaciones de los sistemas de gobierno: parlamentarios (PM fuerte) y los presidencialistas (PM débil o inexistente).

Leyenda: 

En azul: sistemas presidencialistas fuerte. En  amarillo: sistemas semiparlamentarios. En naranja: sistemas parlamentarios. En rojo:  monarquías constitucionales

El procedimiento para elegir este cargo está en dependencia del tipo que sea, “fuerte” o “débil”. En España e Inglaterra, por ejemplo, sale elegido en el parlamento a partir de las propuestas que hacen los partidos políticos representados en él. Es decir, son electos con un sistema indirecto. Los ciudadanos votan a los candidatos al parlamento y los diputados resultantes eligen al después jefe del gobierno. En países como Francia y Rusia, los PM son designados por el jefe del Estado y ratificados después por el parlamento. En ambos casos, son los presidentes (fuertes) los que son electos por votación popular directa.

Con la reestructuración del poder político en Cuba, con la nueva Carta Magna de 2019, se retoma la figura del PM. Esto fue una sorpresa para muchos, aunque desde los tiempos de Fidel Castro siempre se rumoreaba que tras su ausencia se crearía una dirección “colectiva”. Con Raúl al frente del país (2008-2018) este rumor desapareció y se trataba ahora de adivinar el nombre del sustituto. Pero este 2019 nos ha quedado en claro que la máxima dirección del país está ahora repartida entre cuatro cargos (y personas) distintas: el Primer Secretario del Partido (Raúl), el Presidente de la Asamblea y del Consejo de Estado (Esteban Lazo), el Presidente de la República (Díaz-Canel) y el PM (Manuel Marrero).

Es evidente que esto no supone una profesionalización del parlamento o de un acercamiento a los modelos de los sistemas parlamentaristas europeos, pero sí se remarca el distanciamiento total de los modelos presidencialistas fuertes que predominan en el continente americano (fíjese de nuevo en el mapa anterior). La colegialidad del sistema cubano vuelve a hacerlo particular a los demás sistemas de gobierno existentes en el mundo.

Luego de más de 40 años de ausencia, el PM regresa a Cuba. Claro, debe precisarse que no es aquel de los años 1959 al 1976. Antes de 1959 el PM tenía un carácter del tipo “débil”, era la mano derecha del presidente de la República. Este lo designaba y el congreso lo aprobaba. Luego de la Revolución de 1959 la estructura se invirtió. El presidente de la república era un personaje simbólico y el PM tuvo un carácter fuerte. Como todos sabemos, la constitución de 1976 eliminó ambos cargos y creó el de “presidente de los consejos de Estado y de Ministros”. Es decir, la misma persona asumía la jefatura del Estado y del Gobierno. Este cargo se elegía con un sistema indirecto: los ciudadanos elegían a los diputados y estos al presidente. (Las características de este polémico procedimiento lo abordaremos en otro artículo.)

Ahora Cuba retoma la figura del PM, una vez más con carácter “débil”. Será el jefe del Gobierno y la mano derecha del presidente de la república. ¿Realmente es lo que necesitaba el país? ¿Por qué retomar este cargo? ¿Qué papel cumple entonces el vicepresidente de la república? ¿Cuánta “rienda suelta” le dará Díaz-Canel a Manuel Marrero en su gestión?

A pesar de que en la carta magna se especifican algunas de las respuestas a estas preguntas, bien sabemos que es en la práctica donde se develará todo este entramado de estructuras gubernamentales que estrena la Constitución de 2019. Los pesos y contrapesos de cada uno de los cargos en su ejercicio diario de trabajo es lo que demuestra de verdadera la salud del sistema. Miremos no más a América Latina, con sistemas que se ufanan de copiar lo mejor de EE.UU. y Europa imitándolos a cada paso, pero que en la práctica no se liberan de las herencias del pasado dictatorial y la mentalidad neocolonial.

Cuando en la Rusia postsoviética de los años ´90 se creó también la figura del PM se hizo con el objetivo solapado de dar riendas sueltas a las medidas de los nuevos gobernantes y al mismo tiempo salvar la imagen del presidente, construyendo esta figura como alguien por encima de los trapos sucios del día a día del gobierno.  Si algo iba muy mal, pues se cambiaba al PM y se nombraba a otro. Si la gente quería protesta, pues sería mejor que lo hicieran contra el PM.

Pero en la práctica sabemos que un PM débil es solo un “secretario principal”, un “ministro de ministro” al servicio del presidente y que nunca podrá dar riendas sueltas a iniciativas que no reciban el visto bueno del presidente, y en el caso de Cuba, del Partido y el Consejo de Estado. Así, lo que le depara el futuro al recién estrenado PM tal vez sea dedicarse a aquellas cuestiones técnicas y administrativas para que el presidente se dedique a dar lo discursos más elocuentes.

Si me preguntan por dónde va este nuevo modelo, si por la vía rusa o el modelo chino, pues de momento me resulta difícil decir. A veces me da la sensación de que las medidas fuertes que el gobierno se prepara a tomar deben llevar la cara de un PM sustituible sin que se dañe la imagen del presidente, el cual podría “salvar el sistema” en los momentos más críticos. En otras ocasiones pienso que en realidad todo este cambio es un encubrimiento de posibles disputas internas entre aquellos que llevan sentados en el poder por más tiempo. Pero todo esto son especulaciones. El tiempo nos dirá. 

Redacción Cuba Política


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