Economía cubana en tiempos de coronavirus

La maltrecha economía cubana tropieza en este 2020 con una piedra inesperada en su camino. Como si no faltaran los problemas, el país ha tenido que cerrar las puertas a una de sus mayores fuentes de ingreso: el turismo. A esto se le suma la paralización de buena parte de los servicios y las fuerzas productivas debido a las medidas que demandan la emergencia sanitaria.

Si bien el balance del año 2019 nos venía alertando de que en breve nuestro PIB podría no crecer, hoy nadie se cuestiona el hecho de que tendremos para finales de 2020 (y tal vez para 2021) una recesión económica.

Entre las herencias dejadas por el 2019 tenemos un aumento significativo del salario en el sector presupuestario, situando la media en 877 pesos. Tenemos la introducción de cambios políticos y administrativos derivados de la implementación de la nueva Constitución, sin que se lograra la deseada unificación monetaria. Se hizo por primera vez en mucho tiempo un cambio en la metodología de la elaboración del plan nacional de la economía. Vivimos una “coyuntura” que restringió el acceso al combustible y con ello una afectación en los sectores productivos y de los servicios, así como el aumento de los obstáculos derivados del bloqueo de EE.UU.: restricción de viajes y vuelos a la isla, cancelación de la entrada de cruceros, persecución financiera y comercial, etc.

De este modo, el PIB se quedó por debajo del 1,5% que el gobierno había planeado. Con ello y la continuidad de muchos de los problemas anteriormente citados, todo indicaba, ya desde inicios de enero de este 2020, que a cierre del año en curso la situación no sería mejor.

Así, con la llegada del coronavirus, hemos visto cómo se cerraba de un tirón la entrada de turistas, el aumento acelerado de consumo eléctrico doméstico por las cuarentenas “semi-decretadas” y las constantes colas ante una población en pánico por lo que pueda suceder en el futuro inmediato.

Cubanos hacen cola

El gobierno cubano, como la mayoría de los países del mundo, ha tenido que hacer un reajuste drástico en las prioridades productivas, administrativas y distributivas en su sistema económico. Ahora lo más importante es respaldar las demandas del Sistema de Salud, garantizar el abastecimiento de productos de primera necesidad a la población de tal forma que no se agraven las consecuencias del desabastecimiento, extremar las medidas de precaución en los sectores productivos que siguen funcionando y no dar ningún paso en falso en el orden y la tranquilidad social.

Como podrá comprenderse, el estrés que esta situación implica para la población en general y las estructuras de gobierno nos pone en una situación doblemente tensa.

De momento solo podemos preguntarnos cuándo terminará todo este caos y cómo iremos volviendo a la normalidad sin que se produzca un rebrote de la infección. Algunos dan el año 2020 como perdido, recuerdan la maldición que sobre él pesa el ser bisiesto.

Sin embargo, debemos pensar con serena objetividad cuáles deben ser nuestra táctica y estrategia para estas semanas que se nos viene a la espera del pico de infección y qué podemos hacer mejor cuando este pase.

De momento podemos advertir que esta experiencia nos ha dejado muchas enseñanzas:

  • Hay muchas cosas que, en términos organizativos y económicos podemos hacer mejor y de forma más racional: trabajo a distancia, recortes en aquellos sectores que dan poco o nada, medidas de control más severas sobre los actores económicos ilegales, el comercio electrónico, las gestiones de servicio de manera online, etc.
  • El Estado y el gobierno, así como la sociedad civil, cuentan con estructuras muy útiles que pocas veces se utilizan con la efectividad que podrían reportar.
  • Mayor imbricación entre la economía estatal y la privada.
  • Impulso y fomento de las iniciativas ciudadanas en la gestión y solución de problemas locales y nacionales (aumento de la democracia participativa).
  • Hemos aprendido de las fragilidades del turismo como fuente de ingreso, al que cada año destinamos más recurso.
  • Hemos visto que nuestra industria biomédica tiene un potencial que, de ser explotado con mayores inversiones, puede reportar ganancias considerables, así como dotar al país de un instrumento para enfrentar pandemias futuras.

Si los pronósticos se cumplen, a fines de año habremos pasado el pico de la pandemia, lo cual no significa que podremos volver de inmediato a la normalidad. Solo para diciembre, cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular haga balance de este desastroso 2020, podremos tener una idea de cuán doloroso fue el daño.

Redacción Cuba Política

Sígueme y déjame un like: