Durante el Quinto Período Ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (ANPP), la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weiss, presentó ante los diputados la liquidación del Presupuesto del Estado del año 2019.
Como es característico de nuestro país, la primera conclusión que se puede sacar al ver este esquema, es el profundo carácter social del mismo. Para que tengamos una idea de lo que esto significa, países como España solo gastan un 1,2% de su presupuesto en salud (Cuba un 26.7%) y 0.7% en educación (nuestro país un 22.6%).
Esta es el argumento que cada año se defiende en la ANPP y de la que se regocijan sus diputados, el gobierno y la inmensa mayoría de la población. Sin embargo, cuando vemos la letra pequeña de estos presupuestos, hay otros porcentajes que resultan de difícil explicación.
Si vemos el esquema del Presupuesto del año fiscal 2019, veremos que nuestro país gastó más de 2 mil millones de pesos en la esfera de deporte y cultura y solo 91 millones en ciencia, tecnología e innovación. ¿Cómo es posible que un país subdesarrollado como el nuestro gaste veinte veces más en deporte y cultura que en aquellos sectores que pueden garantizar su futuro?
Aquí no estamos hablando de que la cultura y el deporte no son importantes. Si alguien sabe valorar su utilidad somos los cubanos. Se trata de una cuestión de prioridades. El mundo ya está en la era postindustrial y nuestro país apenas cuenta con infraestructura para producir (rústicamente) lo más elemental.
Si detrás de esto existen cuentas y números que hagan de esta reflexión un sinsentido, pues será difícil saberlo. Las lecturas que se hacen cada año en la ANPP son muy superficiales y los análisis de los diputados en las mismas pasan desapercibidos. ¿Dónde está la participación y el debate en los colectivos laborales? ¿Cómo es que un Estado socialista de derecho se permite ese tipo de procedimientos?
A opinión de Cuba Política, la distribución porcentual del Presupuesto general del Estado debe destinar, hoy más que nunca, una suma mayor al desarrollo científico y tecnológico. En estos tiempos de pandemia nos ufanamos de contar con una industria biotecnológica capaz de responder a las demandas de medicamentos. Pero por otra parte, parece que no le damos el empujón que merece. Si sabemos que somos buenos en algo, pues en eso debemos invertir y ganarnos un lugar de prestigio en el mercado internacional. Luego, con los dividendos que obtengamos, de seguro que tendremos muchos más fondos para sufragar mucha más cultura y un deporte de mejor calidad.
Redacción CP
